Todo inició en 2008 con los estudios y la compra de predios. Hacia finales del 2010, iniciaron las obras y en noviembre del 2015 la central entró en operación
En el sur del departamento del Huila, mientras se viaja por carretera es posible vislumbrar una pequeña parte de la inmensidad de la represa El Quimbo. Esta mega obra principalmente se construyó como un proyecto hidroeléctrico para brindar confiabilidad energética al país. Para la época en la que sería construida, ninguna empresa privada se había atrevido a hacer una central hidroeléctrica en el país.
Uno de los puntos más visitados de la repesa es el viaducto El Quimbo, el más grande de Colombia que conecta los municipios de Garzón y el Agrado sobre el río Magdalena. Tiene una longitud de 1.7 kilómetros y su inauguración se dio en el gobierno de Juan Manuel Santos.
Represa El Quimbo: Una historia de matices
El proyecto hidroeléctrico El Quimbo es una de las primeras centrales construidas por una empresa privada, fue desarrollada por Emgesa, empresa del conglomerado internacional Enel. La viabilidad del proyecto no estuvo exenta de controversia; desde sus inicios, voces ambientalistas y comunidades locales alertaron sobre los potenciales impactos negativos que la represa podría generar en el ecosistema y en el tejido social de la zona.
Todo inició en el año 2008 con la compra de predios y el estudio del impacto ambiental y social en el área de influencia. Más adelante, hacia finales del 2010, iniciaron las obras y en noviembre del 2015 la central entró en operación.
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La represa fue construida entre los municipios de Gigante, Agrado y Garzón, y en menor medida en Tesalia, Altamira y Paicol. Su fin es el aprovechamiento privado de la fuerza hídrica de los ríos Magdalena y Suaza.
La construcción de El Quimbo implicaba la inundación de extensas áreas de bosque seco, un ecosistema único y biodiverso que alberga una gran variedad de especies de flora y fauna. Además, de acuerdo con el portal de la CRIC (Consejo Regional Indígena del Cauca), el proyecto significaba el desplazamiento forzoso de miles de personas que habitaban las riberas del río, afectando profundamente sus modos de vida y tradiciones ancestrales
Tuvo una inversión cercana a los 1.200 millones de dólares. Para su realización fue necesaria la inundación de 8.586 hectáreas, una parte de las 35.000 que el Gobierno le regaló a la empresa en 2008 al declararlas como “de utilidad pública”.
En noviembre de 2015, la Central Hidroeléctrica El Quimbo entró en operación, convirtiéndose en una de las más importantes del país. Con una capacidad instalada de 400 megavatios, aporta cerca del 10% de la demanda nacional de energía.
En aquella época se mencionó que el proceso de llenado podría tardar alrededor de 30 días. En esta operación participaron 300 personas, como profesionales de monitoreo del clima, ingenieros, biólogos, entre otros.
Según registró el diario Portafolio en aquel momento, la represa contaba con una capacidad de almacenamiento de tres millones de metros cúbicos de agua y junto a la represa de Betania, ubicada también en el Huila, atendería el 8 % de la demanda energética colombiana.
Durante el proceso de El Quimbo, Enel tuvo que enfrentarse a tres retos: la construcción del túnel de desvío, con una longitud de 500 metros y un diámetro cercano a los 10 metros, esta estructura era clave para lograr desviar el río Magdalena; el llenado del embalse, para lo cual era necesario garantizar el caudal ecológico, la descarga del fondo y, luego, obturar el túnel de desvío, y la puesta en marcha de la central, una vez terminadas las obras civiles, entró en operación la hidroeléctrica, cumpliéndole al país con lo prometido.
En su portal Enel, asegura que consolidaron el programa de restauración ecológica más grande del país en 11.079 hectáreas, para la rehabilitación de hábitats para mamíferos, aves y anfibios. Además para el reasentamiento de la población, construyeron cuatro proyectos y a cada familia le entregaron una vivienda, una parcela de cinco hectáreas y un proyecto productivo. Dentro de la obra también se construyó una escuela, áreas comunes y centros deportivos. La construcción de los cuatro reasentamientos tuvo una inversión superior a los $35 mil millones.
Algunos mencionan que este proyecto es un recordatorio de las complejas tensiones que surgen entre el desarrollo económico, la protección ambiental y el bienestar social.
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