En el segundo día del Festival Cordillera, el público también hizo la tarea de llegar temprano y esta vez fue La Severa Matacera la encargada de cumplirle, no sólo a sus fanáticos, sino al público presente en general. Para quienes no saben, esta agrupación es una de las más respetadas y queridas del ska bogotano y colombiano; que además, el próximo año, cumplirá sus primeros 30 años.
No tienen muchos discos, pero nunca han parado de tocar. La vida del músico independiente es dura y, hace años, su cantante Alex incluso tuvo que rehacer su disco V.I.S.A. después de un robo de computadora. De ahí salieron «Rocas» y «Energía positiva», dos de los temas que más conocen los amantes del rock colombiano. El concierto también contó con canciones de denuncia como «Bajo la mina» o «Aquí no hay héroes» y con su primer éxito «Cuando la gente se pare».
Luego seguía Omara Portuondo con su Orquesta Failde, quienes brindaron un show muy bonito, donde aunque la estrella cubana ya tiene muchas dificultades para presentarse, no las tiene para demostrar que su prodigiosa voz todavía la acompaña. Primero aparecen ellos y hacen éxitos como «Chan chan», mientras la dama de 93 años (que muchos conocimos por Buena Vista Social Club) se prepara.
Luego ella aparece y se canta «Dos gardenias», «20 años», «Lágrimas negras» y «Bésame mucho»; aunque a ratos desvaría como si no supiera dónde esta ubicada. Se la ve feliz, pero es inevitable preguntarse si es ella quien en sus momentos de lucidez pidió que la dejaran cantar hasta el fin de sus días o si hay alguien detrás que está exprimiendo la marca de Omara Portuondo.
«Buenas tardes Bacata», grita Roco Pachukote, cantante de La Maldita Vecindad, desde la tarima principal. El músico que tiene una larga relación con pueblos originarios del continente, principalmente colombianos y mexicanos, ha estado muy conectado con nuestro país, entre otras cosas por sus colaboraciones con la banda bogotana Doctor Krápula. Los éxitos del grupo no son tan conocidos por el público del Cordillera, pero la banda suena tan equilibrada que hasta los asistentes menos informados conectan con ella: «Solín», «El gran circo», «Don palabras» y llegando al final su infaltable «Pachuco»; clásico del rock en español.
Quienes conocen a León Larregui, cantante de Zoé que en el Cordillera se presentó como solista, saben que no sólo es conocido por su legado como artista, sino porque en muchos shows de su agrupación sale arruinado a tarima. Por suerte, este no fue el caso. El mexicano intérprete de «Locos», «Souvenir» o «Brillas» se toma muy en serio esta presentación y brinda un show sencillo, pero que no necesita grandes detalles escenográficos para funcionar. La delicada voz de su corista le representa, por lo menos, el 30% de su show.
De Molotov a Rels B, los viejos y nuevos íconos de la música latina
También con casi 30 años de trayectoria, Molotov parece tocar más por placer, que por vender sus nuevas canciones. Tanto es así que los últimos discos de la banda, Agua Maldita de 2014 y Solo D’ Lira de 2023 (con excepción de su nueva canción «Pendejo»), brillaron por su ausencia. Además de eso el concierto estuvo compuesto en gran parte por covers de otros artistas, como si estos viejos cincuentones no sólo quisieran tocar sus éxitos, sino disfrutar parchando con canciones de músicos que admiran.
El resultado es una fórmula que combina temas de antaño como «Gimme the power», «Frijolero» y «Matate Teté», con canciones de Falco («Amateur»), Los Saicos («Demolición») o ZZ Top («Perro negro granjero»). Para el cierre «Puto» y «Rastamandita», los dos clásicos que sus fanáticos van a pedirles en todas las presentaciones.
Con el paso de los años los Babasónicos de Argentina se han ido abriendo camino en Colombia y se nota con canciones como «Irresponsables», «Putita», «Microdancing» o «Yegua». Pero la banda comandada por Adrian D´argelos también insiste en interpretar temas, menos conocidos por estos lares, como «Fizz», «Sin mi diablo» o «La lanza». El público se les queda hasta el final, aunque algunos comienzan a irse en las últimas canciones, probablemente para no perderse el show de Fonseca.
El bogotano cuenta durante su presentación que lleva meses preparándose (artística y psicológicamente) para su concierto en el Festival Cordillera y se nota. Además, tiene una banda preparadísima que puede compararse con la de Juan Luis Guerra –plato fuerte del día anterior– y lleva al Coro Cantarte para una versión más elevada de su balada «Ven»; hasta utiliza pirotecnia y papelillos en momentos estratégicos.
Es como si él hubiera entendido que ser cabeza de cartel en un festival de ídolos del pop y el rock latinoamericano es una nueva forma de reconocimiento para tantos años de dedicada carrera.
Al terminar el show de Fonseca pasa algo bastante interesante. Mientras un publico más urbano y juvenil espera la salida de Trueno en el otro escenario, a lo lejos suena «Te mando flores» y el público de la segunda tarima empieza a corearla. El mayor éxito de Fonseca trasciende generaciones y esta noche ha quedado claro.
Trueno también tiene tarima llena, parece que el éxito de su «Real gangsta love» en Colombia ha sido tan o más grande de lo que se evidencia en las redes sociales (casi 300 millones de reproducciones en Spotify). El joven Mateo Palacios, quien es una de las figuras más grandes del hip hop latino actual y además es el único que pudo superar a Eminem y Canserbero teniendo la improvisación más viral en redes sociales, mantiene la energía alta con canciones como «Tranky Funky», «Los aparatos» o una versión discotequera de «Mamichula».
Sólo se detiene para ofrecer agua a quien esté deshidratado. Esto no es una recomendación del festival, sino una muestra de lo preocupado que él está por el bienestar de sus seguidores y lo sé porque hace años hablé con él y me sorprendió el nivel de empatía que tiene el artista. Tanto así que cuando uno le pregunta por el récord donde venció a Eminem, él simplemente piensa que quizás un logro de esos sirva para que este ícono mundial del rap escuche a los talentos argentinos.
Los Cadillacs se van a la fija, arrancan con puros éxitos como «Mal bicho» (primera vez en 24 años que comienzan un show así), «Carmela» o «Manuel Santillán, El León» y cuando ya se han ganado a los asistentes del Cordillera aprovechan para hacer temas menos conocidos por los colombianos como «Los condenaditos», «El aguijón» o «Saco azul».
Algunos asistentes se quejaron de que el volumen estaba bajo, incluso para las primeras filas, que fue una crítica que también tuvo el show de Juan Luis Guerra; pero también hay que decir que en comparación con el show de Movistar Arena del año pasado se les ve mucho menos cansados en el escenario. Entonces, a Vicentico se lo vio bastante agotado en las últimas canciones del show e incluso Flavio, el bajista, tuvo que cantar por él. Esta vez, eso no pasó.
El cierre comienza con «El satánico Dr. Cadillac» y la banda se va de la tarima para luego volver con los clásicos «Matador», «Vasos vacíos» (que originalmente tiene a Celia Cruz en voces) y «Yo no me sentaría en tu mesa».
Y aunque podría pensarse que un domingo a las 11 de la noche, en el que para muchos podrá ser difícil conseguir conseguir transporte para salir del Parque Simón Bolívar, pocas personas se quedarán para ver los últimos conciertos del día; ocurre que al español Rels B lo quieren demasiado y a pesar de la hora, es el artista de la segunda tarima que más gente convoca.
Cuando él comienza su show y arranca saltando frenéticamente mientras canta temas como «1 de enero», «Pa’ quererte» o «Cómo dormiste», el público visiblemente cansado salta sin parar. El rapero comienza a hablar de varias de las presentaciones previas que ha hecho en Colombia, desde las más pequeñas hasta su Movistar Arena. Se acuerda de cada una de ellas.
Continúa cantando éxitos de todas sus etapas como «Tienes el don», «Como antes o «Sin mirar las señales» y demostrando cómo con sus letras, que combinan lo romántico con lo más explicito y sexual, se ha convertido –en pocos años– en el primer isleño español que se convierte en un fenómeno mundial.
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Algunas conclusiones del Festival Cordillera
De acuerdo a los comentarios en redes, podría concluirse que el Festival Cordillera cumplió con los asistentes que han tenido críticas mínimas; estas principalmente ligadas al volumen sonido o al desempeño de algunos artistas; lo que es normal teniendo en cuenta que no todos los compradores de la boleta tienen gustos similares.
En lo personal, creo que la tarima que mejor sonó fue la segunda, la Aconcagua, y que no tiene mucho sentido que se coloque música cuando los artistas no están tocando, porque por la forma en que están programados los horarios (no hay espacios de tiempo para transitar entre tarimas), algunos fanáticos podemos salir de los shows minutos antes de que terminen para llegar con tiempo a encontrar buenos lugares en otros sectores del parque.
De resto el Festival Cordillera brilla por su organización y puntualidad, el cashless –que resulta fundamental para un buen desempeño del evento– es rápido y la zona de comidas, salvo que uno vaya en las horas pico, también garantiza entregas rápidas. Será esperar a ver la evolución del evento para el 2025: Manu Chao, Ska-P, Poligamia, Santiago Cruz o Adriana Lucía, podrían funcionar como protagonistas.
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