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Las peripecias en torno al tema de las inversiones forzosas brindan otra muestra de lo que ya se ha vuelto un hábito: el presidente Petro dice una cosa y acto seguido se desdice. Como cambia de tema cada semana, sus ocurrencias circunstanciales se convierten en el tema noticioso. Así ocurrió con la Asamblea Constituyente, el proceso constituyente, el fast track y la emisión monetaria, entre otras decenas de propuestas inviables e improvisadas.
En el caso de las inversiones forzosas, se trataba de obligar al sector bancario a otorgar créditos con bajos intereses a algunos sectores de la economía. Entre amenazas y regaños, el equipo gubernamental amasó la idea durante más de seis meses, pero terminó limitándose a promover que la banca intente colocar en forma rentable los dineros que forman parte de sus negocios tradicionales.
Todo arrancó el 7 de junio cuando el presidente Petro le propuso a la Convención Bancaria que la banca hiciera unas inversiones forzosas. Le garantizó que el gobierno subsidiaría con el presupuesto nacional la disminución de la tasa de interés y le anunció que presentaría el 20 de julio un proyecto de ley en tal sentido. La misma idea había sido formulada el 1 de mayo en un discurso en la Plaza de Bolívar. Ante los delegados presentes en la Convención, el presidente de Asobancaria rechazó la idea calificándola de “represión financiera”.
El 20 de julio, Petro reiteró la propuesta, pues los bancos se estaban quedando con la plata guardada. Dijo que la figura ya existe y se aplica a créditos dirigidos al sector agropecuario.
La propuesta de Petro significaba que los bancos dirigieran créditos con bajos intereses a sectores específicos. La diferencia entre estos bajos intereses y los habituales serían subsidiados por el gobierno con el presupuesto nacional.
El 14 de agosto, Petro señaló que una de las virtudes de las inversiones forzosas sería una tasa de interés más baja. Lo reiteró el 9 de agosto en un Foro sobre reactivación económica.
Pero el 28 de agosto se echó para atrás al anunciar que no presentaría el proyecto de ley, porque había logrado un acuerdo con los bancos en el llamado Pacto por el Crédito, mediante el cual los bancos, en el curso de dieciocho meses, destinarían 55 billones de pesos adicionales al sector agropecuario, manufacturero, de energías renovables y turismo.
Entre junio y agosto habían surgido numerosas voces en contra de las inversiones forzosas. Los bancos argumentaron que el proyecto deterioraría el ahorro, por la incertidumbre que provocaría en los ahorradores sobre la seguridad de sus depósitos, por la disminución en la captación de dineros por parte de los bancos y por el peligro de que el gobierno tuviera que pagar la diferencia en la tasa de intereses emitiendo dinero, dadas las afugias fiscales del erario.
¿Implicaba el Pacto por el Crédito una baja en los intereses? Según Jonathan Malagón, ellos están determinados por el mercado y solo bajarán si el Banco de la República reduce la tasa de interés de referencia. Por otra parte, para otorgar los créditos los bancos seguirán haciendo los trámites tradicionales que permitan asegurar el pago de las acreencias. En palabras de Malagón: “Los créditos se otorgarán bajo condiciones de mercado, respetando la legislación vigente y preservando la estabilidad financiera”. Desapareció así de la propuesta gubernamental la idea de que el nuevo crédito se otorgaría en condiciones de intereses preferenciales. Y los detalles de las demás condiciones de los créditos quedaron supeditados a unas mesas de trabajo.
¿Por qué los bancos se están quedando con la plata guardada? El sector bancario alega que no haber colocado todo el crédito disponible y tener dificultades para otorgarlo obedece a la falta de capacidad de pago de los eventuales acreedores, a su vez limitados por la caída en la inversión, el deterioro en el poder adquisitivo y las dificultades en sectores claves que podrían ser beneficiarios, tales como la manufactura y el comercio.
La banca está encartada con varios billones de pesos que no encuentra dónde invertir
El analista Mauricio Cabrera puso de presente que, descontando la inflación, la cartera bruta del sistema financiero se había reducido en los doce meses entre julio de 2023 y julio de 2024, pero que la parálisis se debe, no a que los bancos no tengan disponibilidad de recursos, sino a que no registran suficientes solicitudes de clientes con buena capacidad de pago. La banca está encartada con varios billones de pesos que no encuentra dónde invertir.
Sin disminuir las tasas de interés, el Pacto por el Crédito se constituye en una maniobra publicitaria para asegurar que el sistema bancario coloque créditos en términos de mercado y exclusivamente para clientes con capacidad de pago.
El Banco de la Republica contribuyó al Pacto permitiéndole a los bancos disminuir el encaje, o sea, la parte de los depósitos que deben ser mantenidos en cada entidad, otorgándoles una flexibilidad para usar 6 billones de pesos adicionales en sus operaciones crediticias. Según el ministro Bonilla, la banca otorga hoy créditos por 194 billones a los sectores estratégicos y destinaria 55 billones más, que no son recursos nuevos sino de los cuentahabientes, desde luego, solo si encuentran los clientes que cumplan los requisitos. No se otorgarán en mejores condiciones, y los detalles sobre periodos de gracia y garantías están en la nebulosa y sujetos a futuras negociaciones.
Aunque es generalizada la falta de confianza en el manejo económico del país, la banca parece confiar en que a la postre sí acabarán llegando nuevos acreedores dispuestos a solicitar créditos y dirigidos precisamente a las actividades que el gobierno considera prioritarias. Por los fenómenos aquí analizados, no están pudiendo hacerlo hoy en las proporciones que requieren para asegurar su rentabilidad.
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