Ante la subida de Petro al ACPM, lo más sensato fue acompañar el paro de camioneros y las manifestaciones en contra de esta medida antinacional
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Ante la decisión del gobierno de Gustavo Petro de incrementar el precio del ACPM, lo más sensato es acompañar el paro de camioneros y las manifestaciones en contra de esta medida antinacional, fiel a la recetas neoliberales del pasado que nos habían prometido superar, que incrementará el costo de los alimentos y las mercancías en general, todo para cumplir el pago de la deuda casi ilegítima con el FMI y otros bancos.
No es cierto que en el país exista un déficit en el precio de los combustibles que haya sido subsidiado por los colombianos históricamente en 115 billones de pesos, que el precio del diésel haya estado congelado por 56 meses, puesto que la tabla de costos de producción en Colombia es distinta a la del combustible producido en el Golfo de México, que se toma como referencia para el precio internacional.
El asunto es que en el mundo los combustibles dependen de las cotizaciones del petróleo en el mercado internacional, este varía en la bolsa de valores, y se comercia esencialmente en dólares estadounidenses, sin embargo, es también la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), conformada por 5 miembros fundadores: Arabia Saudí, Kuwait, Irán, Irak y Venezuela, así como otros 14 países, como Emiratos Árabes Unidos, con alto valor en el suministro, y la influencia de Rusia, China, EE.UU. quiénes determinan la oferta.
En Colombia producir un barril de petróleo cuesta 48 dólares, esto es costo de producción + ganancia, mientras a nivel internacional producir dicho barril de petróleo cuesta entre 65 y 70 dólares, desde el nacimiento de la compañía nacional de petróleo (ECOPETROL) en 1951 el precio de los combustibles en Colombia estuvo vinculado con los costos de producción internos más su correspondiente utilidad y no hubo ningún problema, sin embargo, en 1997 el Fondo Monetario Internacional mediante una misión en el país definió a la administración de Andrés Pastrana atar el precio de la gasolina y el ACPM de acuerdo con los precios internacionales, en vistas de que el objetivo real era la privatización de ECOPETROL, para lo cual ya quedaba establecida la estructura para que el país se convirtiera en un importador de combustibles.
Ante la imposibilidad de privatizar la compañía nacional de petróleo, Álvaro Uribe Vélez (2007) creó en su Plan de Desarrollo el Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles con lo cual el consumidor colombiano pagaba el precio interno en las estaciones de servicio (48 dólares) mientras el estado el restante para el precio internacional (22 dólares), una medida absurda, que de 191 países que existen en el mundo sólo se aplica en 2, Perú y Chile, ambos países importadores de combustibles, mientras Colombia es un país productor, surtiendo la compañía pública (ECOPETROL) más de un 60% del mercado nacional.
La solución para el problema de los combustibles sería acabar con el Fondo de Estabilización, modernizar las refinerías de Cartagena y Barrancabermeja (dónde se convierte el petróleo en gasolina y diésel) ya que a día de hoy se importa alrededor del 30% de la gasolina y alrededor del 15% del diésel lo que podría ser reducido a mínimas proporciones por la producción nacional, dejando sin sustento la indexación de los precios del combustible colombiano al internacional, es decir, pagar a 48 dólares y no a 70 el petróleo.
Sin embargo, el camino elegido por el gobierno de Gustavo Petro, sigue la receta neoliberal del FMI aceptada por sus antecesores orientada a garantizar dinero para pagar a estos y otros bancos una deuda pública casi ilegítima, que atenta contra el bolsillo de todos los colombianos, contra la competitividad de la economía, puesto que combustibles más costosos hacen más cara la producción, e incluso aporta a la crisis de ECOPETROL, quién con el nuevo gobierno y su política contra el gas y el petróleo nacional, para el primer trimestre de 2024 registró una caída del 24,2% en sus utilidades, así como reiteradas caídas en la valoración de la acción, en una combinación entre inversiones riesgosas en proyectos de energía verde, la no exploración de nuevos yacimientos de gas y petróleo y manejos que dejan mucho que desear dentro de la compañía, cóctel perfecto para aportar al riesgo de privatización.
Hace falta la más amplia unidad de los trabajadores, la juventud, los productores, el empresariado, y en general, los sectores democráticos del país para derrotar la política neoliberal de los combustibles hoy encabezada, quién lo diría, por Gustavo Petro.
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