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La capacidad de un funcionario no tiene nada que ver con el color de su piel. Un blanco puede ser muy eficiente o un petardo, al igual que un negro, un mestizo o un indígena.
Esa realidad parece evidente, pero no lo es tanto. Porque cuando un afro que desempeña un rol en el gobierno es criticado, inmediatamente se dice que las críticas obedecen a que es negro y el autor del comentario automáticamente queda graduado de racista.
Así les ha ocurrido a quienes han osado cuestionar la arrogancia, el arribismo, la pedantería y la ineficiencia de la vicepresidenta Francia Márquez. Aunque a ella no le caen por el tono de su epidermis sino por ser arrogante, arribista, pedante e ineficaz.
Aunque es inevitable que algunos me terminen acusando de racista, para demostrarles que no lo soy también me voy a referir a otro miembro del gobierno Petro, tan negro como Francia, que ha resultado todo lo contrario: eficiente, prudente, sencillo, mesurado y oportuno.
Pero comencemos por doña Francia, quien sin duda es el gran fiasco de un gobierno saturado de fiascos. Antes de acceder a la vicepresidencia Francia era una valiente luchadora social, bastante radical, pero sencilla y sensible.
A partir del 7 de agosto del 2022 se transformó. El poder la deslumbró y se llenó de soberbia o sacó la que tenía escondida. En estos años ha sido noticia porque llegaba en helicóptero a la mansión que alquiló en Dapa; porque hizo una costosa gira por varios países africanos sin resultados conocidos; porque hizo una apología de los delincuentes de la Primera Línea; porque invitó al expríncipe Harry y su esposa Megan al Petronio Álvarez y se pavoneó con ellos por varias ciudades colombianas.
Otra cosa que ha mostrado la vicepresidente es su gusto por el turismo oficial. Hasta abril pasado había realizado 17 viajes al exterior y se había gastado en viáticos la no despreciable suma de 21.568 dólares, unos 87 millones de pesos.
La más reciente salida en falso que protagonizó ocurrió esta misma semana, cuando se apareció a un debate sobre el presupuesto del Ministerio de la Igualdad, cartera que el presidente Petro le entregó para que estuviera entretenida, y no llevó el balance de gastos de la dependencia.
Y justificó esa omisión con una excusa increíble: “yo si mandé el correo con las cuentas dos veces, pero los correos rebotaron, ese sí no es mi problema”, manifestó ante el estupor de los congresistas.
A pesar de que no presentó ese balance, quienes la citaron a ese debate revelaron que Ministerio de La Igualdad es la dependencia oficial con más baja ejecución presupuestal de toda la Administración: no ha ejecutado ni el 1% del presupuesto que le asignaron. Y lo que es peor, la inversión llega al 0,1%. Mejor dicho, por estar viajando, recibiendo príncipes y montando en helicóptero, Francia no ha hecho nada en el Ministerio que le adjudicaron.
Por estar viajando, recibiendo príncipes y montando en helicóptero, Francia no ha hecho nada en el Ministerio que le adjudicaron.
Un desastre total. Al punto de que su imagen es aún peor que la del gobierno: casi el 80 % de los consultados en las encuestas tienen una imagen negativa de ella.
La verdad es que es poco lo que los vicepresidentes han aportado, desde que esa figura fue creada por la Constitución 91. Y sí le han resultado muy costosos al erario. Pero lo de Francia es la tapa y ha llevado a pensar a muchos colombianos que lo más conveniente puede ser acabar con ese embeleco y revivir la figura del designado, que existió hasta 1994 y la cual no le costaba un peso a las finanzas públicas ni dolores de cabeza al Presidente.
Por fortuna para la comunidad afro, y para el país en general, el desastre que resultó Francia Márquez ha sido compensado, o al menos amainado, por Luis Gilberto Murillo, el canciller de la República.
Murillo es un hombre prudente, sencillo y eficiente. Los errores que ha cometido el país en materia de relaciones exteriores, como la ruptura de relaciones con Israel o la posición blanda frente al fraude electoral cometido por Nicolás Maduro, no han sido su responsabilidad.
El culpable de esas metidas de pata es directamente el presidente Petro, en su condición de máximo responsable de la relaciones exteriores del país.
Murillo ha hecho lo que ha estado en sus manos para que no quedemos tan mal. Como cuando le pidió al gobierno venezolano que revelara las actas de las votaciones del 28 de julio para validar los resultados.
El Canciller lleva varias semanas tratando de arreglar un chicharrón que le dejó su antecesor Álvaro Leyva, el de la producción de los pasaportes. Chicharrón que tiene al país al borde de quedarse sin quién produzca ese vital documento.
A Leyva no le gustó que le adjudicaran a la compañía Thomas Greg and Sons la licitación para producir los pasaportes, a pesar de que esta empresa los ha venido produciendo desde hace años de manera eficiente.
Leyva decidió declarar desierta la licitación porque Thomas Greg fue el único que se presentó a la misma. Lo que constituye un grave error porque si a un concurso de ese tipo solo se presenta un postulante, pero este llena los requisitos, hay que adjudicárselo.
Lo cierto es que producto de ese capricho nos quedamos sin quien haga los pasaportes y con una multimillonaria demanda por parte de Thomas Greg.
Por fortuna llegó Murillo y a punta de tacto y paciencia ha ido solucionando el entuerto. Y está a punto de llegar a un acuerdo con Thomas Greg para que vuelva a producir los pasaportes y de paso retire la demanda. Si logra ese acuerdo se habrá anotado un hit.
Sin duda, Murillo es de los ministros de mostrar del gabinete de Petro. Y me atrevo a decir que podría ser un excelente candidato del petrismo para las elecciones del 2026. Porque a diferencia de los demás que están sonando, incluido el propio Petro, el actual canciller es un tipo mesurado, que no genera temores y que puede morder muchos votos en la centroizquierda.
En resumen, hay negros de mostrar y negros de esconder. Murillo está entre los primeros y Francia Márquez encabeza los segundos.
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