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El amor es esencial y la base de la vida de los niños y al entrar en “riesgo”, empieza el temor. La separación o divorcio de los padres afecta a un niño, sin importar su edad. El niño/a se asusta mucho, pues es evidente que sus papás se dejaron de querer y lo primero que se cuestiona es ¿cuándo dejarán de quererme a mí?, es ahí donde comienza el “jaque”. Un niño que ve que su padre se va de la casa se asusta ya que le movieron el piso y especialmente la estabilidad afectiva. Los niños pequeños no lo pueden verbalizar, pero esto no quiere decir que no “sientan cosas”. Ellos se percatan de la rabia encubierta, del dolor y de todas las sensaciones negativas que esta situación trae.
Muchos sienten inconscientemente que deben ser leales con uno y que el otro es el “malo”, intentan descifrar lo ocurrido en términos del “bueno” y el “malo”; por eso, es tan importante explicarles que esto no es culpa de nadie, que papá y mamá son buenas personas y que se están separando, buscando una mejor calidad de vida. El niño pequeño no entiende esto al principio y puede quedarse atascado en la culpa, en general puede pensar que todo fue porque él/ella se portó mal, puede fantasear mucho sobre qué fue lo que él hizo mal. Lo primero entonces es explicarles claramente que ellos no tuvieron nada que ver, que esto es algo entre papá y mamá. Recién ocurre una separación, el niño/a empieza a demandar más atención en un intento de que les reafirmen el afecto, necesitan ver con frecuencia al padre con el que ya no comparten la cotidianidad, por eso es necesario que el padre aparezca con regularidad para que el niño/a no se sienta abandonado.
Ver al papá solo cada dos semanas y una vez entre semana, como generalmente se acuerda, no les sirve en esta primera etapa, debe haber mucha flexibilidad de parte de los padres en beneficio de los hijos, no es tarea fácil, ya que los padres generalmente no quieren ver al excónyuge y hay mucha rabia de por medio. Habría que hacer un esfuerzo para que el niño no se afecte demasiado.
El manejo inicial de la separación va a ser crucial pues le dará al niño/a el mensaje de que sus padres si lo quieren o si verdaderamente hay una amenaza de la pérdida del afecto. Es importante también que por pequeño que sea el niño, no esté expuesto a conversaciones agresivas o diálogos donde se hable mal de su papá o de su mamá.
Se va a necesitar mucho amor por los hijos para que no queden atrapados en medio del conflicto
La separación de los padres es un “trauma” para los niños. Hay que manejarlo para que no deje huellas imborrables en su vida. Se va a necesitar mucho amor por los hijos para que no queden atrapados en medio del conflicto. Ojalá la pareja pueda abrir un espacio para ponerse de acuerdo en todo lo relacionado con los hijos, estableciendo así: horarios, permisos, rutinas, etc. Las luchas de poder entre los padres agotan y lesionan mucho a los hijos. No se trata de tener la razón y mucho menos de una competencia. Por el contrario, hay que mantenerles una buena imagen de cada padre y por eso es necesario evitar hablar mal del otro o convertirlos en mensajeros.
Es inevitable que el niño se sienta inseguro, que se asuste o que se llene de rabia. Habrá una reacción y es natural en medio del proceso. En algunos casos los niños se vuelven irritables y difíciles de manejar, otros tendrán regresiones como orinarse cuando ya estaban entrenados, quizá se pondrán necios o tristes en el colegio. Hay que aceptarle al niño su reacción y mostrarle que pase lo que pase su papá y su mamá estarán ahí para ellos, que todo pasará y que el amor por él/ella siempre prevalecerá. Es recomendable hablarles a los niños del divorcio juntos, sobre todo antes de que la separación ocurra, es bueno hablarles y al día siguiente proceder. Esperar mucho es contraproducente.
Ojalá los padres no tuviesen que separarse. Hay que acudir a terapia de pareja y hacer todo lo posible por arreglar la situación. Si a pesar de esto no hay conciliación, es importante que se hagan las cosas bien. Es lo mínimo que se puede hacer por un hijo.
Recuerde:
- Hable claro y dígale al niño la verdad siempre. Es bueno que sea una verdad sencilla sin mayores detalles.
- Entienda que su hijo va a reaccionar de alguna manera. Esto es saludable. Recíbale el dolor o la rabia que él o ella siente, no le rechace sus sentimientos, pero reafírmale que ustedes siempre estarán ahí para él o ella.
- Muéstrele que puede seguir queriéndolos a los dos.
- Haga más presencia que nunca.
- No se convierta en papá/mamá “regalo”, ni en papá/mamá “permisivo” por sentir culpa.
- Muéstrele con acciones que él o ella es y será siempre el hijo de los dos.
- Sea claro en que el niño no tuvo nada que ver.
- Nunca hable mal del otro padre.
- Lea cuentos sobre el tema con ellos. Así sentirán alivio de ver que no son los únicos a quienes les pasó.
- Si su hijo continúa reaccionando negativamente o si no nota que progrese después de un tiempo, consulte con un experto. Algo anda mal.
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